Oscar López Reyes.
Cuando nuestro segundo hijo y su hoy esposa se graduaron de médicos, les imploramos para que jamás dejaran de atender a un paciente por falta de dinero, o por un reclamo de aumento salarial. La primera dispensa hacia esa prole aplicada fue poner en sus manos un esfigmomanómetro (aparato para tomar la presión arterial), un estetoscopio (para auscultar o escuchar órganos de los pacientes) y el juramento Hipocrático (redactado 400 años antes de Cristo), con el subrayado de que “dirigiré la dieta con los ojos puestos en la recuperación de los pacientes, y les evitaré de toda maldad y daño”.